Tiene mucho de alquimista. No hay materiales pobres o ricos. Los contrarios se pelean, buscan enlaces químicos y se unen. El oro fruto de esta alquimia es la aparición de nuevos colores y texturas inesperadas.
La pintura gana entonces relieve y el proceso se acerca al de la escultura.
Un proceso de poner y otro de quitar”
Leonor utiliza soportes fuertes, que aguanten todo: madera, aluminio. Tiene que ser así porque en la última fase la artista pasará a atacar su propia pintura, rompiéndola, quebrándola. Leonor despelleja sus cuadros. No hay alquimia sin historia, ni la belleza es oro que pueda brotar sin sufrimiento. Hay que seguir la obra allí donde nos lleve, sin temor. Esta es la generosidad del artista.
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